Helga de Alvear
Galerista de origen alemán. Llega a España en 1957 donde estudia un programa de Filosofía y Letras durante 9 meses y aprende español en 6 meses. Se casa con un español (el arquitecto Jaime de Alvear) al que conoce en la boda de una amiga. Es en la mítica galería de Juana Mordó con la que empieza a aprender el oficio y conocer el arte actual en el año 1979, estando posteriormente al frente de la misma hasta el final de su vida en 1984. Durante aquellos años conoce a los artistas de El Paso (Antonio Saura, Rafael Canogar, Manolo Millares, Luis Feito, etc.) con los que también empieza a colaborar estrechamente. Su primer cuadro, de Fernando Zobel, lo compró a plazos de 5000 pesetas en 1967.
Helga de Alvear permanece 10 años con el nombre y el espacio de la galería Juana Mordó hasta que en 1995 se traslada al lugar actual, en un lateral del Museo Reina Sofía en Madrid, y ya con su nombre en la galería. Ha recibido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes concedida por el Consejo de Ministros el 9 de mayo de 2008.
Participa en las Ferias más importantes del mundo, habiendo sido una gran impulsora desde su inicio de la española Arco, en la que siempre ha participado. Igualmente lo hace en la extremeña Foro Sur con la que, dice, se trata de educar a la sociedad de Extremadura para la llegada de “su” Centro de Artes Visuales.
Trabaja con artistas que le gustan, nunca con otros que no le dicen nada. Se caracteriza por promover el arte contemporáneo, poniendo especial énfasis en el vídeo y la fotografía, así como por su incondicional apoyo a los jóvenes talentos emergentes.
La idea de crear la fundación en Extremadura surgió de manera casual, como una feliz historia de tintes industriales y artísticos. Fue durante un almuerzo en Cáceres al que asistieron la propia Helga de Alvear, José María Viñuela, director de la colección de arte del Banco de España, y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, cuando aún era presidente autonómico. Este, le pidió a la galerista que animara a su hermano a construir una fábrica de plásticos en la región. La galerista, miembro de una rica familia de fabricantes de pañales, envases de medicamentos y guantes de látex, entre otras cosas, contraofertó a Ibarra con la creación de un museo en el que pudiera exhibir su colección. Y así fue, se lanzó con energía y entusiasmo a este nuevo reto.
“Lo he regalado todo a cambio de una buena funda”, dice Helga de Alvear a propósito del Centro de Artes Visuales en la Casa Grande, de Cáceres, y el regalo no es cualquier cosa: una de las colecciones de arte contemporáneo más importantes de Europa. “Soy una persona particular que tiene un vicio, y es coleccionar arte, nunca me han interesado las segundas casas, las joyas o los coches”, ha repetido en muchas ocasiones.
La colección que nos cede, está hecha sin asesores y sin pretensiones didácticas, sin listas oficiales de nombres o movimientos. Es “muy intuitiva”, apostando por la obra singular que enamora cuando aparece al final de un pasillo, o a la vuelta de la pared de un stand.
Su colección es, además, un reflejo de la coleccionista: su personalidad, su biografía, sus gustos, su preferencia por una estética de origen minimalista y su visión amplia del arte que no distingue entre sus diversas manifestaciones ni soportes.
Esta es la mujer, que con valentía, amor por el riesgo y con un compromiso excepcional para con esta ciudad, ha colocado a Cáceres en un lugar privilegiado del arte de vanguardia, y esto lo hemos podido ver este fin de semana con la visita a nuestra ciudad de prestigiosos artistas de gran calado nacional y europeo, más de un centenar se dieron cita en este epicentro de la delicadeza, como han dicho algunos, vivo y dinámico.
Fuente: digitalextremadura.com
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