Mary Anderson
Mary Anderson parece ser el personaje olvidado de la historia mundial del automóvil, ausente en la mayoría de las recopilaciones que intentaron reconstruirla. La prueba está en que en los años 90 investigaciones vinculadas a las mujeres inventoras han revelado esta historia tan particular. La de una norteamericana que creó el limpiaparabrisas cuando ni siquiera los automóviles eran populares en 1905.
Sin proponérselo empezó a formar parte del selecto grupo de transgresoras que pudieron terminar definitivamente con la medida que obligaba a las mujeres a registrar sus creaciones a nombre de sus esposos, padres o hermanos.
Todo comenzó un día de invierno de 1903 cuando Mary, que vivía en Alabama (Estados Unidos), decidió tomarse un tiempo para recorrer Nueva York. Tomó el tranvía y notó que en todo el recorrido el conductor debía detenerse y salir continuamente a limpiar la suciedad, el agua y el hielo que se impregnaban en el parabrisas. Eso hacía perder tiempo a todos, al propio conductor y a los viajeros. Un día después del primer paseo buscó un diagrama del dispositivo de barrido elemental. Y de regreso a Alabama, empezó a idearlo.
Según el informe sobre mujeres inventoras del Instituto de Filosofía de Madrid, consiguió una lámina de goma resistente y la unió a un brazo metálico por medio de resortes. Ingenió una conexión para poder accionarlo desde el interior mediante una palanca. Cuando ésta fuera tirada, las láminas se desplazarían a través del vidrio una y otra vez hasta la posición original, como sucede con los actuales más convencionales, aunque la diferencia se basa en la ubicación y el número de brazos. Su sistema tenía un único brazo sostenido en la parte superior y en el centro del cristal.
Después de hacer varios diseños preliminares, ella misma lo probó, pero no en un automóvil sino en un tranvía.Le llevó casi dos años convencerse de registrar esta idea mientras seguía con sus pruebas en los vehículos. Sobre todo cuando se vio abrumada por las advertencias de sus allegados y los rechazos categóricos de supuestos especialistas de la incipiente industria automotriz, que profetizaban que el movimiento de los limpiaparabrisas distraerían con facilidad a los conductores y que provocarían accidentes.
En medio de su lucha para obtener la patente apareció en escena Henry Ford, quien tomó contacto con este invento, al parecer, sin tener relación con Anderson. Fiel a su destino innovador, interpretó su utilidad, que en un principio probó en los Ford T con parabrisas. Más tarde, a partir de 1908, todos los Ford salieron con este dispositivo. Y desde 1916 fue equipamiento común en todos los automóviles norteamericanos.
En 1905, a fuerza de pruebas superadas,se reconoció la patente. Lo que sí confirman los investigadores es que esta mujer tenía 39 años cuando lo inventó y no utilizó su creación para obtener beneficios.Murió en 1953 a los 87 años en su querida Alabama.
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