Freya Stark
Freya Stark

Nació en París en 1893. Sus padres eran aficionados a viajar y solían llevar consigo a la...

Aventureras y Exploradoras
Mónica Naranjo
Mónica Naranjo

Mónica Naranjo nació en la localidad catalana de Figueres, el 23 de mayo de 1974, hija de padres...

Música
Magdalena Abakanovicz
Magdalena Abakanovicz

Escultora polaca (Falenty - Varsovia - 1930). Estudió en la Academia de Arte de Varsovia...

Escultura

May Sheldon

May Sheldon

May Sheldon, nació en 1858 en el seno de una familia sudista acomodada y liberal estadounidense. Consagró su juventud al estudio de los idiomas y las ciencias, atraída por el mundo de las exploraciones. Sus padres, cultos y cosmopolitas, eran además grandes viajeros y a los 16 años les acompañó en un lujoso viaje alrededor del mundo como estaba de moda entre la aristocracia.

May Sheldon nunca se conformó con el papel de rica heredera y, entre otras cosas, aprendió a cazar y a montar a caballo como una experta amazona mientras devoraba libros de viajes y mapas de remotos países. A los 33 años se había casado con un hábil hombre de negocios y era propietaria de una editorial en Londres.

Sin embargo, sintió que tenía que hacer algo trascendente en la vida y que, hasta el momento, no hubiese hecho ninguna mujer. Fue por esto por lo que decidió viajar sola a Africa, al país de los masais, y organizar su propia expedición.  El viaje lo preparó como una auténtica operación militar, aunque intentó viajar con el máximo confort, dado que su posición se lo permitía.

En su libro De sultán en sultán, aventuras entre los masais y otras tribus del Africa del Este, publicado en 1892, enumera la lista interminable de objetos que viajan con ella. Además de lo indispensable, como tiendas de campaña, camas plegables, fusiles o hamacas, lleva consigo un botiquín con infinidad de fármacos para combatir todas las enfermedades. Entre los caprichos no falta una bañera de cinc, un servicio de porcelana, cubertería de plata, vestidos de seda, sombreros, camisones y sábanas.

Para intercambiar con los nativos, lleva desde paraguas a cajas de música, relojes y máquinas de coser. Y como no quiere ser olvidada ha hecho grabar su nombre en más de un millar de anillos de cobre que regalará como recuerdo a los africanos que encuentre a su paso. Sin embargo, el plato fuerte de la expedición es un enorme y redondo palanquín de mimbre trenzado con cortinas y cojines, que dejará boquiabiertos a los aduaneros de Londres y Mombasa.

En 1891, May Sheldon se despidió de su marido y zarpó desde Nápoles a Port Said en el Canal de Suez. De ahí, continuó su viaje a Adén (Yemen) y, meses más tarde, llegó al puerto de Mombasa, en la costa oriental africana. A partir de este momento empiezaron los problemas, pues ni en Mombasa ni en la isla de Zanzíbar consiguió contratar porteadores. Nadie quiso acompañar a una mujer sola al interior el continente. Pero ella no se rindió y acudió a pedir ayuda al sultán de Zanzíbar. Consiguió al fin varias cartas de recomendación y logró reunir a más de 100 hombres, pero era consciente de que el viaje no iba a ser fácil y los porteadores tenían miedo a los masais y no creían que una mujer blanca pudiera defenderlos en caso de ataque.

El viaje resultó más penoso de lo que en un principio imaginaba. En las páginas de su libro cita algunos de los peligros a los que se enfrentó, como la presencia de una enorme pitón en el interior de su palanquín, el ataque de hormigas venenosas, las plagas de mosquitos, las garrapatas y las pulgas. Cada día repetía el mismo ritual: tras la dura marcha, repasaba a sus hombres, sanaba sus heridas y decidía cambios estratégicos en la caravana. Después se retiraba a su tienda, se daba un baño de jabón en su bañera de cinc, cenaba sola a la luz de las velas con su vajilla de porcelana y anotaba en su diario todos los incidentes. Tras seis meses de agotadora marcha, la exploradora encontró a los legendarios masais al norte del Kilimanjaro. Lejos de atemorizarla, le resultaron admirables: «Estos espléndidos salvajes luchan en silencio y tienen una táctica, una energía y una audacia y, en ocasiones, una intrepidez superiores». La originalidad de sus adornos, la belleza y armonía de sus cuerpos y la arrogancia de los hombres la cautivaron, igual que les ocurrió a otras escritoras como Karen Blixen.

La tribu más temida hasta hace pocos años por la ferocidad de sus guerreros ha sufrido grandes cambios desde los tiempos de May Sheldon. Se han convertido en apacibles pastores nómadas y gancho para los turistas.

La expedición de May Sheldon duró algo más de un año y en todo este tiempo sólo uno de sus porteadores perdió la vida. A su regreso a Inglaterra publicó De sultán en sultán, aventuras entre los masais y otras tribus del Africa del Este, que tuvo un enorme éxito. Por entonces ya era uno de los personajes más populares de la sociedad británica y americana. Nadie como ella fue capaz de transmitir al gran público la emoción de unos viajes cargados de aventura y romanticismo por los que incluso valía la pena morir.

May Sheldon quiso demostrar que también las mujeres podían realizar expediciones. Ataviada de joyas, pretendía impresionar a los masais.

Sin votos

Último VÍdeo

Categorías

Últimas Imágenes