Cristobalina Fernández de Alarcón
Poetisa española (Antequera, 1576 - 1646). Hija natural de un escribano, nació en Antequera en 1576, siendo educada por su tía Beatríz de Rivera y algunos preceptores -entre los cuales se cuenta el horaciano Juan de Aguilar, al que se le considera su maestro- que cuidaron de manera especial su formación en gramática y latín. Este interés por el conocimiento de las lenguas clásicas originó la formación de un colectivo femenino conocido en la época con el nombre de «las latinas», al que pertenecieron entre otras Francisca Nebrija, Lucía Medrano, Beatriz Galindo y Lucía Sigea.
La obra de Cristobalina Fernández de Alarcón está vinculada a la escuela poética a la que perteneció, caracterizada por la influencia humanista, la elección de temas religiosos o que rozan el misticismo, pero también de temas profanos, descritos de manera viva y colorista.
Ganó numerosos premios en justas y demás certámenes poéticos, escribió sonetos, quintillas y comedias en verso y fue una mujer de gran ingenio.
No es mucho lo que nos ha llegado de su obra. Al parecer la falta de cuidado hizo que se perdieran muchas de sus composiciones, que fueron muy estimadas por Lope de Vega en la visita que hizo a la ciudad de Antequera en 1602, llegando a considerarla como la «musa antequerana» o la «sibila de Antequera».
De 1615 es el poema más famoso de Cristobalina, compuesto para celebrar la beatificación de Santa Teresa de Jesús. Esta obra sería premiada en unas justas poéticas en Córdoba en 1616.
En su época fue llamada La dulce antequerana Clío. Su gran belleza física y espiritual levantó fuertes pasiones. Pedro De Espinosa, al sentirse defraudado, se hizo sacerdote. Lope en “El Laurel de Apolo” alabó la belleza de la Cristobalina con gran entusiasmo.
Murió el 16 de septiembre de 1646 y podría considerarse simbólicamente como broche de una etapa dorada para la literatura femenina andaluza.
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